Su artífice fue Casimiro Escribá (Ayora, 1898- Ayora, 1982). Sin ayuda de taller ni de discípulos, realizó la colosal obra mural de la Catedral de Albacete, 975 metros cuadrados de lienzos pintados al óleo, que superan en dimensiones a los frescos de Miguel Ángel en la bóveda de la Capilla Sixtina y El Juicio Final.